Franz Burkhardt y otros artistas construyen la «Canal Street» – un proyecto cultural de Littmann

Por Guido Magnaguagno

Canal Street, Part 1. Schorenweg 9, Arlesheim. Prácticamente sólo se puede llegar en coche. Calles sin aceras. Zona industrial, un almacén vacío. En la primera planta una calle, la Canal Street. Una calle en una casa y no casas al borde de una calle.
En Manhattan, la Canal Street, una calle verdaderamente grande y real, divide los barrios de Soho y Tribeca. Es ancha y por ella fluye el tráfico del Río Hudson al East River; una calle transversal en la que se suceden las tiendas, onde la mercancía rebosa de los establecimientos. En Nueva York es una calle mítica, se habla de la «Kanaaal».
Las calles con canal seguramente existan en todas partes, en Ámsterdam o en Estocolmo. Hay una que es bastante famosa, el Canal Grande de Venecia. Pero también hay una aquí muy cerca – a saber, en Arlesheim.

Una catedral de la miseria erótica

La «Kanaaal», en la Calle Schorenweg 9, en realidad debería llamarse Calle de Franz Burkhardt en honor a su constructor. Este artista, nacido en 1966 en Wolfenbüttel – que en realidad es un dibujante figurativo con gran talento – se ha convertido en albañil desde finales de abril, cuando el comerciante de alfombras subió con gran dificultad su despreciada mercancía al último piso. Franz B. ha construido con materiales ligeros, muebles desechados, basura y piezas encontradas, una calle con casas de una planta alineadas a ambos lados. Casi parece una alucinación, un espejismo. Parece real pero es una falsificación total. Un fake. Pero dotada con tal exactitud y delicadeza que el paseante se frota los ojos y ve arte. Instalación artística o, mejor, environnement. Cinecittà.
Burkhardt, el dibujante erotómano, construye y pinta una calle. Cae el nombre de Kurt Schwitters y, con él, la imagen de la Construcción Merz (Merzbau) como catedral de la miseria erótica. Franzbau – Construcción Franz. «Culture & Loisir» promete el primer tablón de anuncios, del mismo modo que el artista cuelga sus dibujos en la calle vis-à-vis en su lugar de residencia y trabajo Meuschemen, cómo no, en Bélgica.
Un lugar de residencia aparentemente venido a menos a lo grande, si nos fijamos y olemos la extraña pátina con la que Franz ha dotado sus casas. Azulejos sucios y cables eléctricos arrancados, persianas, lavabos ligeros, radiadores desgastados, ventanas polvorientas. A su bar preferido le ha puesto el nombre de «Chouette», es decir, lechuza, y realmente es acogedor, un lugar para los noctámbulos, está claro. Cualquiera que estuvo en la ceremonia del té en el número 13 a de la Canal Street o, a pesar de ello, no haya adquirido una pila de alfombras, seguramente encuentre su consuelo aquí. Es la bendición de la ausencia de necesidades postulada la que emana un encanto como si hubiera llegado la reforma laboral alemana, Hartz IV, también a Basilea. Un gabinete de curiosidades de pobreza y gracia. Costa de Marfil en el escaparate.

Un ciclo de necesidades

Klaus Littmann y Franz Burkhardt han ofrecido espacios a otros artistas. El proyecto Aquaristik de Markus Wirthmann hace fluir un eterno ciclo autoalimentado de necesidades. Un autómata para la oración llena con más de mil ofertas el vacío espiritual. La segunda parte traerá más cosas. También fiestas en la calle.
«Lo mejor es hacer lo que a uno mejor se le da», es un lema planchado por Franz en uno de los muros. Esta pretensión arriesgada parece haberla vivido de lleno. Otra más bien no: no hacer nada – pero rápido. Lo contrario es cierto.

Guido Magnaguagno fue director del Museo Tinguely de 2001 a 2009. Anteriormente había sido subdirector del Museo de Bellas Artes “Kunsthaus Zürich”. Actualmente trabaja como curador.

La «Canal Street» – una fila de tiendas y espacios

Por Rafael Suter

Arlesheim. Franz Burkhardt lleva semanas construyendo su «Canal Street» en una nave industrial de Arlesheim. Es el proyecto más grande hasta la fecha de este artista que hasta ahora había llamado la atención sobre todo por sus dibujos. En el marco de su colaboración con Klaus Littmann ya ha realizado varios trabajos en el espacio público.
La «Canal Street» no es un bastidor que representa una calle ficticia sino un Gesamtkunstwerk, una obra de arte total, que fascina por sus dimensiones y su fidelidad al detalle. Es una sucesión de tiendas y espacios: una tienda de alfombras, una casa de té china, un salón de juegos, una galería, una tienda de esculturas del África occidental, un bar. Exposiciones y objetos reales – incluyendo aquellos que se pueden comprar – se mezclan con, por así decirlo, réplicas de mobiliario como buzones de correos, radiadores, cajas de electricidad, lavabos así como pegatinas y pósters. Burkhardt, en un trabajo minucioso y laborioso, los ha hecho con tanta precisión que a simple vista es imposible distinguirlos del original. La cantidad de manos de pintura, echadas con gran esmero, consiguen una pátina que le da a la «Canal Street» un aspecto deliberadamente descuidado.
Algo que llama mucho la atención de este proyecto son sus dimensiones: en la nave de 1000 metros cuadrados la calle tiene una longitud de 160 metros y las fachadas una altura de 2 metros y medio.
Las fachadas de esta calle aún están por terminar. «Canal Street. Part 1» es la primera fase que tendrá su continuación después de las vacaciones de verano. La calle seguirá creciendo y cambiando. Junto a Franz Burkhardt también están involucrados en esta primera parte Brad Downey, Danful Yang, Markus Wirthmann, Oliver Sturm, Stefan Winterle y Fabian Mohnheim. Habrá más artistas que se unan al proyecto.

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